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Acercándose a un acantilado de cristal, qué hacer

Todos hemos oído hablar del “techo de cristal”; Acercarse a un acantilado de cristal es una barrera que impide a las mujeres ascender más allá de un nivel particular (invisible) hasta los peldaños más altos de la escala corporativa, a pesar de ser más que capaces de trabajar al más alto nivel.

Pero también debemos tener cuidado con el “acantilado de cristal”: las posiciones riesgosas e inestables en las que a menudo se encuentran las mujeres si logran romper el techo de cristal. Acuñado por los psicólogos Michelle K. Ryan y S. Alexander Haslam de la Universidad de Exeter, el término surgió de una investigación que encontró que las mujeres tienen más probabilidades de romper el techo de cristal cuando una organización atraviesa una crisis.

Los investigadores también han descubierto que este es un método utilizado para que las mujeres trabajen en un entorno mucho más difícil, ya que les resultaría difícil tener éxito y les permitiría eventualmente ser reemplazadas.

Las razones detrás de esta práctica se han estudiado innumerables veces, y algunos investigadores sugieren que los hombres en posiciones de liderazgo simplemente se muestran escépticos ante una habilidad de la mujer en los negocios. Por lo tanto, cuando deciden nombrar a una mujer, es en una posición en la que preferirían no estar debido a la alta probabilidad de fracaso.

Los ejemplos de mujeres en puestos de alto poder “Acercándose a un acantilado de cristal” parecen ser más comunes recientemente, siendo el último caso el despido sumario de Jill Abramson, ex editora del New York Times y la primera mujer en ocupar el puesto. . El despido abrupto y la falta de detalles reales sobre por qué fue despedida han aumentado las especulaciones sobre si estaba preparada para fracasar desde el principio.

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Casos como el de Erin Callan de Lehman Brothers y Sallie Krawcheck de Citigroup también se han planteado como una prueba más del acantilado de cristal, y ambas mujeres renunciaron a sus cargos después de varios meses de tensión en los que se las presentó como culpables.

Otros ejemplos incluyen mujeres como Carly Fiorina de Hewlett Packard y Patricia Russo de Alcatel-Lucent, que fueron nombradas directora ejecutiva de sus respectivas empresas inmediatamente después de una fuerte caída en el precio de sus acciones. Ambas mujeres ya no son directoras ejecutivas, lo que muchos han interpretado como una prueba más del abismo de cristal.

¿Esto cambiará? ¿Dejarán de otorgarse a las mujeres puestos de “cáliz venenoso” cuando una empresa –o a veces un gobierno– enfrenta problemas? No hace falta una bola de cristal para predecir que en algunos sectores las mujeres seguirán siendo vistas como carne de cañón ejecutiva prescindible en el futuro.

Lo que significa que cuando atravieses el techo de cristal en tu propio ascenso profesional, debes tomar precauciones adicionales para no caer por el precipicio de cristal.

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